jueves, 29 de mayo de 2008

Una tarde de Otoño


En la oscuridad de su cuarto lo único que sentía era como el aire movía la cortina que golpeaba algún objeto que no distinguía, sentía el suelo frio en la piel de su cara, no recordaba bien como había llegado ahí, solo sabía que algo cálido recorría su cuerpo era una sensación extraña, la cabeza le daba vueltas y a pesar de intentar enfocar no podía, hasta sus pensamientos se mezclaban, los sonidos del exterior le traían recuerdos a la mente.

La sonrisa tímida de un chico me llamo a hablarle, sus ojos azules resaltaban en su piel blanca, en una primera instancia creo que me miro con miedo, después de todo era una desconocida, pero en este instante no pensaba como ahora, solo era una niña que quería correr y reír, lo tome de la mano y comenzamos un viaje donde nuestros caminos se cruzaron, esta amistad duraría más de lo que esperaba y sobrepasaría mas allá de lo que mi imaginación.

Saltando algo de tiempo, recuerdo que el día era claro, un brisa cálida recorría la pradera, mis pies descalzos sentían el pasto, húmedo y fresco, a lo lejos las siluetas de los arboles enmarcaban el paisaje, la primavera había comenzado y las flores a mi alrededor llenaban todos de color, a mis ojos todo era dulce, y la sensación de estar en esta primavera era la mejor. Una mano jugaba con mi pelo, causándome escalofríos, era mis primeros contactos, con esa persona. Nuestras miradas se cruzaban tímidamente causan un corriente eléctrica por todo mi cuerpo, nuestra distancia comenzaba a disminuir hasta poder sus ojos azules a una distancia mínima, sus tiernos ojos a una distancia casi imperceptible, podría sentir su agitada respiración, creo que en ese instante los dos sentíamos nervios, después de todo era la primera vez que nuestros labios se unieron, esa sensación duro por siempre en mi memoria, una dulzura que nada nunca pudo igual.

Los años pasaron y siempre seguimos así juntos de la mano, ahora veo que todavía éramos jóvenes, es mas unos niños diría, descubriendo el mundo juntos, avanzando y conociendo todo aquello que nos causaba curiosas, era una buena época. La amistad dio paso al amor.

Con el tiempo no todo fue color de rosas, las cosas en ese mundo que descubríamos estaban cambiando y no podíamos hacer nada, las tardes de correr pasaron a ser tardes en las que nos arrancábamos de casa para poder vernos, nunca entendí muy bien eso que llamaban guerra, para mí todo seguía igual, el cielo por las tardes era naranjo y rojo, las hojas de los arboles caían danzando al son del viento, para mí era un otoño de sueños y esperanzas, a tu lado sentía que todo podía ser realidad. Mientras nos columpiábamos en ese viejo parque, mientras miraba el cielo distraída de lo que pasaba. Te vi parar, unos hombres se acercaban, todos vestían igual, tu paraste mi columpio y me tomaste de la mano, yo no entendí que pasaba de verdad, tu rostro me dijo que no era nada bueno, en un susurro me dijiste corremos, y me tiraste de la mano mientras avanzábamos por la alameda para salir del lugar. Atrás solo escuche risas pero adelante un estruendo mayor llego a mis oídos y a lo lejos columnas de humos comenzaron a aparecer en distintas partes, mi primer sentimiento fue miedo, no entendí que pasaba, pero tu sostenías mi mano fuertemente mientras corríamos, ya no me quedaba aliento por lo cual hice una pausa, siempre me he culpado de eso, tú te giraste al ver que no podía mas, tu única reacción fue abrazarme y tirarme al suelo, no sentí nada mas, con un sonrisa en tus labios me dijiste te quiero, mientras cerrabas los ojos, solo sentí al tocar tu espalda algo cálido recorriéndola. Ahora que lo pienso por eso la sensación que tengo actualmente es tan familiar.

De ahí mi memoria se bloquea, no tengo muchos recuerdos, solo sé que veía formas difusas, debían ser los hombres del parque, recuerdo algunos rostros, algunos maltratos, pero nada comparado a saber que ya no estabas, nunca más sostendrías mi mano como antes, no volvería ver tus ojos azules, ni miraríamos las estrellas juntos, unas lagrimas recorrieron mi rostro en ese momento.

Me mantuvieron confinada en algún lugar que no recuerdo. Y cada vez que veía sus caras, cada vez que sus manos me recorrían lo único que podía sentir era asco, no podía odiarlos ya que no entendí bien sus motivos, una noche luego de unos meses en ese lugar uno de los hombres borrachos dejo sin llave la puerta, escape, pero mi horror fue más grande al ver que no era la única persona en ese lugar, el pasillo tenía una hilera de jaulas podría decirse, un escalofrió recorrió mi espalda, sentí miedo, podría escapar, todo parecía el infierno, el lugar era tan sucio como el sitio en el que me tenían confinada, junto con el miedo nauseas vinieron en oleadas, creo que en ese instante estabas tú a mi lado porque salí sin que nadie me viera y algunas personas que me encontraron luego me dieron ropas y comida.

Todo iba bien, volvería a donde nos veíamos siempre a ese parque que todavía en mi mente estaba en otoño, vague sin rumbo, pero el día llego, me encontré nuevamente en ese lugar, o al menos mi mente me decía eso, camine descuidadamente hasta el ahí, donde debías estar tu esperando, al no ver a nadie, supe que mis temores eran ciertos nunca más volvería a rosar esos labios suaves, avance a mi hogar, todo estaba en ruinas, al entrar solo sentí un ruido, vaya, por fin recuerdo como llegue aquí.

Intento moverme pero mis piernas no responden, por lo que comienzo a tocar mi cuerpo con la mano que tenia libre, solo sentía ese fluido cálido el cual me recordaba a ti, no podía llegar a mis piernas, algo las tapaba, sentí miedo nuevamente, miedo de lo incierto que estaba la situación, pero una luz difusa comenzó a llenar el cuarto, mientras enfocaba para distinguir quién era y me adaptaba al nuevo brillo, te vi ahí de pie, extendiéndome la maño como siempre lo hacías, sin pensarlo dos veces extendí mi mano hacia ti, me sentía un poco más ligera y me levante sin problemas me miraste nuevamente con esos ojos azules y sonreíste, Y yo solo pensé, comenzamos un nuevo camino en nuestras vidas.